Skip to main content
La atención es la lámpara de la mente. También el custodio y filtro de la misma. Es la función más preciosa, hermana gemela de la consciencia. Pero en la mayoría de las personas están muy debilitad, si bien podemos entrenarla y desarrollarla metódicamente. Mediante el cultivo y desarrollo de la atención, tendremos una mente más ordenada, sosegada, clara y perceptiva. La atención nos permite conectar con lo que es. A través de ella percibimos y nos percibimos, atendemos a lo que hay fuera y también podemos tomar consciencia de lo que sucede dentro de nosotros. Como reza el Dhammapada, «el que está atento está vivo,pero el que no es como si estuviera muerto». El yoga en todas sus vertientes es una herramienta preciosa para el cultivo y desarrollo de la atención, siempre y cuando estemos atentos al ejecutar sus técnicas: asana, pranayama, relajación profunda, concentración y meditación.

Tenemos que hacernos el firme propósito de cada día estar más atentos, y así nuestra vida tendrá un mayor peso específico, sentido y plenitud. Por un lado tenemos que entrenar la atención a través de la práctica de la meditación, pero, por otro, hay que llevar la atención a la vida diaria, impregnando nuestras palabras y actos de atención consciente. La atención se vuelve así una gran aliada en nuestra vida cotidiana. En el karma-yoga o yoga de la acción consciente y menso egoísta, es muy necesaria la atención, para encofrarse uno en la que se está haciendo y no dejarse tanto capturar por los frutos o resultados de la acción. En el gana-yoga o yoga del discernimiento, la atención es imprescindible para saber ver, dilucidar y distinguir entre lo esencial y lo trivial, lo real y lo aparente. En el mantra-yoga la atención se desarrolla a través de la recitación de un mantra y en el radja-yoga mediante ejercicios para estabilizar la mente. No hay yoga sin atención y la mejor manera de entrenar la atención es a través de las milenarias técnicas del yoga. Jamás hay que infravalorar la atención, pero debe asociarse estrechamente a la virtud y la sabiduría o entendimiento correcto.

A diferencia de lo que vengo en denominar «yoguismo» (postureo, contorsionismo, apego al cuerpo. envanecimiento y afirmación del ego), el verdadero yoga no es solo una disciplina del bienestar psicosomático, sino un método de autodesarrollo y autoconocimiento que exige la atención libre de juicios y prejuicios y que nos permite armonizar el cuerpo y la mente y obtener un dintel más elevado y claro de consciencia. Ese gran yogui de yoguis que era Buda declaraba:

«Atento entre los inatentos, plenamente despierto entre los dormidos, el sabio avanza como un corcel de carreras se adelanta sobre un jamelgo decrépito».

 Fuente: Ramiro A. Calle
Mónica Fuenzalida

Instructora de Yoga y Tarotista, diplomado de Ghatastha y Hatha Yoga. Ayuryoga en Ashtami Herbal Care Nursing Home, Kerala,India.